Proyectos de primera vivienda u orientados a la renta residencial en diversas ciudades nortinas, son los que se generarían por el efecto económico de los cuantiosos planes en minería.
“Estamos viviendo un pequeño boom de inversión minera”. Dos veces mencionó ayer esa frase Jorge Selaive, economista jefe del Scotiabank, durante su exposición en un seminario inmobiliario realizado en el ESE Business School de la Universidad de los Andes.
La gran cantidad de inversiones mineras para los próximos años en Chile, producen una esperanza para la alicaída actividad inmobiliaria, en particular para apostar por nuevos proyectos en el norte del país.
Colocar las inversiones inmobiliarias en la zona norte es “evidente”, agregó Selaive. Esa idea fue respaldada por diversos actores inmobiliarios presentes en dicho seminario.
Cuáles son las cifras
Según el último catastro de la Corporación de Bienes de Capital (CBC), la inversión privada y estatal a materializarse en Chile –proyectos con cronograma definido— durante el lapso 2024-2028, ascendería a US$ 63.867 millones. Ese monto será liderado por la minería con US$ 21.330 millones, equivalente al 33% del total.
La CBC añade que en Antofagasta y Tarapacá el portafolio minero lidera con un 62% y 82%, respectivamente.
Asimismo, de acuerdo a los últimos datos de Cochilco, la inversión en minería totalizaría US$ 65.712 millones al 2032, cifra ligada a 49 proyectos.
Por otra parte, la inversión en vivienda privada en el país caería 6,4% anual en 2024, una nueva baja luego de la merma de 2,5% en 2023, según datos de la Cámara Chilena de la Construcción.
Qué dice la industria
En ese contexto, en la industria inmobiliaria admiten que las inversiones mineras son una oportunidad para activar nuevos planes, particularmente en el norte del país, tanto en primera vivienda como en proyectos de renta residencial.
“Efectivamente, los proyectos mineros, que son inversiones cuantiosas y largas, se van materializando en el tiempo y eso tiene un correlato con la demanda por vivienda, ya sea para compra o en formato de arriendo, lo que a su vez requiere inversión inmobiliaria para generar esa oferta. Con el volumen de inversión (minera) que estamos viendo, debiese haber algún impacto positivo, valioso, en la zona norte”, comentó Slaven Razmilic, director ejecutivo de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI).
Isabel Palma, gerenta comercial de Inmobiliaria FG, admitió que “el mini boom minero” que existe en el país, genera nuevas oportunidades. “Nosotros vemos que, por ejemplo, en la zona de La Serena, cuando existen buenas expectativas en la minería, muchas personas que trabajan en Antofagasta o sus alrededores, compran viviendas para que vivan sus familias allá. Entonces, ahí se genera un efecto colateral positivo en el mercado de viviendas”.
Palma agregó que “por otro lado, lo que produce este boom también es un mercado para la renta y para la inversión en arriendo en las propias ciudades más colindantes a la minería”.
José Miguel Simian, director del Centro de Estudios Inmobiliarios del ESE Business School, coincidió con la visión de Selaive y recordó que el “boom” minero de 2004 a 2013 “generó en el mercado inmobiliario de Antofagasta, Iquique y Copiapó mucha construcción y desarrollo. Los precios subieron en esos lugares y después también rebota a otras ciudades ‘dormitorio', por ejemplo Coquimbo y La Serena, donde vive gente que trabajan en la minería”.
Simian prevé que, incluso, el efecto inmobiliario puede llegar hasta Santiago, debido al sistema de turnos que tienen los trabajadores mineros, que les permite estar una semana libres y otra en faenas.
Christian Fariña, gerente comercial de la inmobiliaria Icuadra, puso la cuota de cautela. Señaló que de ir a invertir al norte del país con nuevos proyectos, saben que no colocarán una primera piedra antes de dos años, debido a la “permisología”.
MARCO GUTIÉRREZ V.
El Mercurio